Muchos seguro que se preguntan cómo
es la “vida” después de la muerte, o que sigue más allá de colgar los guantes…
la verdad que de mis preocupaciones esa puede ser la última en la sumatoria de
por lo menos cien temas más de interés, y más en la etapa de la vida en la que
me encuentro, donde por hacer volumen podría decir que he recorrido cuatro
lustros y medio, en otras palabras tengo muchas otras cosas por delante en que
pensar, que en ese más allá de esa oscuridad.
Las oscuridades relativas de este
mundo son tan variadas, que a todos nos apasiona y nos abraza la idea de ir más
allá, de saber qué hay después. No hablo de la oscuridad de la muerte, ni de la
de cerrar los ojos, ni de estar profundamente dormido, ni mucho menos de cuando
apago la luz de mi cuarto para ir a dormir, sino que hablo de una oscuridad a
otro nivel, que en cierto modo puede cubrir todos los ejemplos anteriores, una
oscuridad en el plano empírico, la oscuridad de lo desconocido, pero permisible
de conocer... conocer lo desconocido.
La atracción de lo desconocido,
es para mí como querer conocer la ciudad de Port Moresby, la lejana Auckland,
la vecina pero poco nombrada Paramaribo, son estadios impensables para muchos,
pero que despiertan un interés particular en mí, que algún día satisfaga o tal
vez nunca valga la pena hacerlo, pero los mundos desconocidos van y vienen
entre la perdida de la tranquilidad de lo conocido, y la ansiedad y piquiña de
conocer eso desconocido. El mejor y más cotidiano ejemplo aplicado que
encuentro para un hombre es rebuscar entre los recovecos del mundo de una mujer.
La intriga de saber su origen, su
entorno, su destino, y su forma de hacerle frente a la vida son absorbentes, si
pensamos en ellas siempre obviamente, porque no se trata de obsesionarse con lo
desconocido, sino dejarse llevar, dejarlo pasar cerca de nosotros, y por qué no,
dejarse atrapar para disfrutarlo. Es preciso resaltar que esta atracción a eso
desconocido, y con el ejemplo hacia alguna mujer, consta de una realidad
necesaria y es que exista mutua atracción, por mínima señal que sea, así sea
que ella piense “tiene estilo al caminar”, “tiene estilo al vestirse”, “tiene
lindos ojos”, de ahí pueden despertar intereses más profundos. Para todo esto
hay que tener buena percepción y apreciación de las señales, es tan fácil como
tan difícil, ya que por difícil que se haga una mujer, puede resultar fácil
detectar una mirada “agradable”, fija y sostenida hacia ti de más de 5 segundos,
ya es una señal suficiente para explorar, pero del mismo modo siempre estás al
borde imaginativo de ver algo donde no lo hay, si no le ponemos equilibrio a
nuestra atracción.
Lo importante será reconocer, lo
que llamaría “feeling” en algo, el más mínimo detalle de correspondencia
generará atracción a todo aquello que desconocemos, y hasta donde habrán cosas
que no nos van a gustar, como presiento puede ser el día que decida llegar
hasta Port Moresby… diría: “¡La puta madre! ¡¿Me vine hasta la quinta porra del
mundo para ver esto?!”.
Siempre estamos expuestos a que
nos suceda esto, tengamos o no tengamos novia(o), nunca sabemos a qué persona
podamos encontrar que se nos atraviese en la vida, para unos atractivos días
pasajeros, unas semanas increíbles, unos meses para recordar siempre o años para
convivir todo el resto de nuestra existencia… lo vital será tenerlo presente, y
no limitar nuestros días en este paraíso calentado globalmente, a cortarnos la
oportunidad de desarrollar nuestra percepción, de hablar, de sentir y de actuar
para manifestar y disfrutar de un posible feeling de estos con otro. Siempre me
he referido a atracción de géneros opuestos, me interesa más este tema, que hablar
de atracción a lo desconocido entre futuros amigos, me suena raro, y con los
amigos creo que no sería atracción sino afinidad, empatía, simpatía y otras cosas diferentes.
Finalmente, he estado, como bien
aconsejo, expectante a percibir cualquier movimiento a mi alrededor y decidir actuar,
si bien varias señales he percibido y recibido, nunca he querido actuar ya que
hace casi 6 meses me enfrenté al título de este texto, me sedujo, y me dejé
atrapar, en principio por un par de ojos café claro (creo, soy daltónico) que
miraban con atención cosas que yo decía, por consiguiente ya actué, estoy bien
y feliz, desde aquella tarde Abril viviendo meses para recordar siempre,
simplemente porque me dejé atraer por lo desconocido.
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