Justo en aquel momento que
Dionisio quiere reventar en llanto, por sentimientos desesperados, miles de
preguntas encontradas, y cantidades de respuestas sin palabra alguna de luz a
sus ilusiones, bajo una noche lluviosa, donde la inmensidad del silencio constante
del caer de la lluvia es la similar a la inmensidad del mar cuando un marinero
no escucha nada más que el repicar de una quilla tasajeando el agua, y
sufriendo de un insomnio incurable decide desfogar su cabeza, su mente y su aventurado
espíritu contándome su agridulce historia.
Dionisio, un joven talentoso,
inteligente, divertido, echado para adelante, visionario y para los ojos de muy
pocos alguien nada interesante, tiene una lucha casada hace mucho tiempo con una
hasta sonora tonta expresión: el amor. Un amor profundo que sintió por una
linda peli-crespa de su tierra natal, fue su último gran amor, porque era
aquella mujer que entraba dentro de parámetros soñados para él, pero que por
cosas del destino, de las circunstancias, había llegado el momento de que no
daba para más. Fue un amor divertido, gustoso, apasionante, admirado,
envidiado, bien vivido, y muy bien aprendido, del cual sólo tiene
agradecimientos, y los mejores deseos de éxito, sueños cumplidos y felicidad,
para la vida actual de aquella reluciente mujer.
Hoy, cuatro años después de mucho
caminar, distintos lugares visitar, y con distintas mujeres haber compartido,
siendo ellas, buenas, complicadas, perversas y de distintos tipos y
personalidades, siguió sin poder estar de verdad loco de amor, embobado de
atracción, ensimismado en los movimientos de la boca de alguien, y del brillar
de los ojos de una mujer, que lo haga soñar y le dé la fuerza necesaria para
ser completamente feliz.
Dionisio con un fino instinto de
percepción de las personas, y de un sentido de observación bastante admirado y
criticado, vio algo particular en una mujer, pero nunca supo qué fue con
exactitud, ya que no sintió la recepción y aceptación necesaria por parte de
ella como para acercarse. Sin embargo, en aquella época que existía ya el
Facebook decidió agregarla, ella inmediatamente aceptó, y algunas pocas palabras
cruzaron en ese medio, durante toda una temporada de compartir en un salón de
clases… en una o varias celebraciones sociales se encontraron y fue muy poco lo
que conversaron, por no decir que nada y no dejar como poco luchador a nuestro
personaje principal, pues bien algo tenía a su favor, algo particular percibió,
pero no la conocía en lo más mínimo.
Dionisio acostumbrado a seguir lo
que su corazón le indica y le tienta, se animaba a ir a saber un poco más de
ella, pero se frenaba, pues aun no estaba seguro de ser aceptado, y desafortunadamente parecía que le empezaba a
gustar, aun sin conocerla, bien sabio es aquel dicho que dice que todo entra
por los ojos, y más cuando son mujeres, diría yo que traté de conocer el gusto
y la fineza de Dionisio.
El tiempo pasó y Dionisio nunca
más quiso hacer algo, se dedicó a su vida, a sus estudios y a ser cariñoso con
una espectacular mujer con quien compartía, que no amaba tanto como aspiraba,
si no estos párrafos nunca me los hubiera trasmitido. Cierto día una invitación
por dispositivo móvil de aquella mujer recibió, ¡Oh sorpresa!, era ella. Aíla
era su nombre. Sorprendido gratamente por aquella notificación no dudó un solo
segundo en aceptarla y empezar a tratar con ella. Empezó a conocerla y se dio
cuenta de aquel confuso “algo” particular que había encontrado hacía más de un
año en un ambiente lejano y poco constante de su ahora actual vida, tenía un
poco más de sentido.
Aíla, una mujer hermosa con toda
la fuerza de poesía que puedan despertar todas las especies de flores del
mundo, delgada, de alta estatura para la generalidad, de caminar pausado y
desenvuelto, semblante orgulloso, un cuerpo atlético y bien cuidado, sin
voluptuosidades ni ausencias, sino características genéticamente puestas en
buen término, nariz fileña, cabello castaño largo, una linda sonrisa, una risa
que alegra y unos ojos oscuros con las más sutil belleza, que podrían hacer
soñar a cualquiera según concluía Dionisio, pero que realmente podrían era
enamorar a él, con todo el resto del conjunto, describía lo que parecía la
mujer esperada por hace tantos años…
Dionisio un tipo que no se queda nunca
sólo con el físico para enamorarse quiso saber más, con tan buena suerte que
Aíla se abrió a contarle cosas de su vida sin mucho cuidado, y sin mucho
cuidado digo, porque después iba a hacer trastornar un poco el qué hacer y cómo
proceder de él para poder pretender conquistar a aquel desvelo de mujer.
Aíla con el pasar de los días fue
expresando ciertas cosas de su vida a Dionisio, que no sabía del todo bien por
qué lo hacía, sin embargo toda la vida ha tenido un dulce para que las personas
le cuenten sus problemas y le pidan consejos, que además de ser ella, pues se
abrió a escucharla y darle una que otra opinión, así la imagen de no aceptación
que tenía él de ella comenzó a virar “favorablemente”… pues entendió que en
aquella ocasión cuando en algo llamó su atención, Aíla estaba ennoviada y
enamorada.
Pasaron los días y finalmente Dionisio y Aíla pudieron tener contacto
por primera vez en persona, y compartir juntos de un almuerzo y poder conversar
abiertamente de sus familias, parte de sus gustos, y luego de sus experiencias
de vida al son de unas particulares cervezas.
Después de haberle contado parte
de sus experiencias de vida y de su familia, le llamó la atención un poco que había en ellas varias situaciones
de peligros, riesgos y muertes, razones suficientes para dejar marca en
cualquier familia o persona, fue su lectura, y seguido ella se describía como
un persona con una vida desorientada.
Fue una conversación agradable,
sincera y transparente, donde él sentía cierta sutil atracción mutua en las
miradas, y una concentración especial dedicada del uno por el otro por
escucharse con detalle y paciencia, tal vez pudiera estar equivocado, me
reconoció él mientras me contaba.
Dionisio, un hombre fuerte,
temperamental, pero soñador y de gran corazón alrededor de todas las historias
accidentadas y desafortunadas que contaba Aíla encontraba magníficas
características para salir adelante, para orientar su vida, con sólo proponerse
hacerlo ella misma, veía en ella una persona inteligente, fuerte, que en algún
momento Dios y la vida le habían dado varias oportunidades de seguir estando en
este mundo, con aspiraciones para buscar horizontes laborales en su ciudad o en
otra, un carácter fuerte, independiente, y una posición determinante en como le
gustan las relaciones amorosas a ella, así se notara y él se diera cuenta de
cierto dolor que llevaba consigo, por una relación frustrada que había llegado
a su fin hacía poco, sí así como deben estar pensando, la persona de la cual
estaba enamorada cuando la conoció, proceso en el cual se encontraba en
recuperación, según sus impresiones.
Con una perspectiva difícil de
afrontar, y donde la cabida de que Aíla considerase a Dionisio como una
posibilidad amorosa es muy compleja, diría yo, la situación pone a Dionisio en
una raya fina y difícil de sostenerse, por un lado ser el amigo, para servirle
de receptor y consejero, por el otro animarse a ser un pretendiente, pero si
ella le da una pequeña luz de posibilidad y animarse a hacer de receptor,
consejero, pero apuntándole a hacerla feliz a ella y ser feliz él, y quererla
profundamente.
En este mundo, ninguno es
rescatista de otro, cada quien debe disponerse a salir de su atolladero, la
misión que puede hacer otro es darle ánimos, convertirse en un apoyo y
mostrarle caminos opcionales para tomar medidas, pero la voluntad de hacerlo y
de buscar y realizar soluciones es únicamente personal, por eso la posición de
él es un tanto compleja a mi modo de ver.
En algunos momentos Dionisio no sentía
ese “feeling” necesario para intentar ser pretendiente, entonces proyectaba una
tercera posibilidad, simplemente caminar por aquella raya fina y alejarse de
las otras dos opciones, siendo un tipo crudo y mordaz que se dejase llevar por
la presión del desespero y el desamor, bien podría decir “Ándate al carajo” o
“Haz con tu vida lo que se te ocurra”, así saldría del atolladero en el que
ahora se encuentra él. Sin embargo, se resiste a pensar en eso siquiera como
opción.
Inevitablemente pareciera que
Aíla llegó a su vida por algo, y él llegó a la de ella también por alguna razón,
así lo siente y le interesa que así ella también lo sienta, pero ¿cómo saber el
por qué y para qué? ¿Ser amigo, luchar por lo que siente, y qué tal vez pueda
despertar en ella, o simplemente dejarle un mensaje y unas opiniones y seguir
su camino?
¿Qué hacer para Dionisio? ¿Qué
sugerirle? ¿Qué pensarían?... no sé que más ha pasado con él, pero averiguaré
para contarles, el desenlace, de esta compleja historia de un pasional amor,
pero un amor hasta ahora, desorientado.
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