En una
mezcla de sentimientos circunstanciales enfrento con valor una misa un 22 de
Junio, sí, católica, soy católico desde que mi mamá me trajo al mundo queriendo
enseñarme un camino como creyente, y con tropezones aún lo sigo siendo. Por ésta
razón y muchas otras más estuve presente en dicha misa, tristemente para despedir
un familiar, una tía abuela.
Las tías,
unas cansonas, unas queridas, unas reclamadoras de atención, son una figura de
cariño permanente, más allá de su personalidad, para darte un saludo especial,
brindarte un jugo, o darte un pedazo de torta siempre están.
Una abuela,
es la figura pura de bondad y buen corazón, que curiosamente nuestras madres
tienen, pero no siempre dejan ver porque deben educarnos, pero son el reflejo
de sabiduría, tranquilidad y expresividad sentimental de una familia.
Las
tías-abuelas son una posible mezcla perfecta, cuando deciden serlo, pues como
su nombre compuesto lo hace visible, reúnen generalmente todo lo bueno de tías
y abuelas, son alcahuetería, bondad y cariño puro.
Hace ya más
de dos meses (Junio 20), que se fue la tía Livia o tía “Viví”, llamada así cariñosamente por muchos, y todos sus sobrinos,
en primera y segunda generación, ésta última a la cual pertenezco yo. Su ida
fue una mezcla rara de sentimientos, pues fue una especie de reunión de
despedidas que necesitaba saldar, y que logré hacer para tranquilidad
espiritual mía.
Siempre será
engorroso definir como comportarse en un momento de estos, ¿voy y doy un pésame
a sus hijos? ¿Voy y sólo los abrazo en silencio? ¿Me alejo y no digo nada? Qué
hacer si yo también siento tristeza, pero al mismo tiempo felicidad, pues toda
una generación terminó su ciclo natural y está gozando de una espiritualidad
hermosamente inimaginable para todos.
Considero la
muerte, algo del día a día, algo que hace parte sencilla de la misma vida, ni
temo ni no temo, simplemente no pienso en ello, no me afana definirlo,
simplemente nos llega a propios y extraños, pero la perdida de un familiar como
la tía, y su misa de despedida, celebrada emocionalmente bien por “el primo
sacerdote” Alejandro, me hizo aguar los ojos montones de veces, por cúmulos de
recuerdos que pasaban a mil por mi mente.
Aquella misa
me hizo recordar cuan divertida era la tía, sin embargo todos llorábamos, su
diversión siempre fue una bendición para nosotros, para revitalizar nuestra
alma, en su casa se respiraba una paz indescriptible, y reír con sus salidas
era como tener una tarde renovadora… Las salidas de estas viejitas Upegui eran
realmente apreciables e inigualables, por eso mucho recordé a mi abuela Olga,
que amor le tenía yo a esta viejita querida, que particularmente me decía a mi
y mi hermano mellizo “mis viejitos”, amor puro nos brindaba ella, a mi, mis
hermanos y todos mis primos, y así mismo lo hizo la tía “Viví”, ser amorosas fue su sello familiar.
Finalmente,
con la tía “Viví” se cerró una
generación completa y extensa, se fue su presencia humana, la despedí a ella,
consagrando su partida como una bendición para el alma, como tía abuela mía que
era recibí toques de vitalidad. También despedí a mi abuela mandándole
cantidades de cariños y recuerdos, pues por responsabilidades académicas no
pude estar para hacerlo en su momento de partida, así mismo hice una despedida
a mi abuelo Alberto, quien nunca olvido, pues todos los días en el espejo veo
rasgos de él en mí. Así fue que dije adiós hasta cuando los alcance y diga:
-Hola, gracias- Riamos todos juntos.
Espero que así quieras tanto a mis nietos.
ResponderEliminarme hiciste aguar el ojo! asi seguro seras tu de tio abuelo!! seras el tio Otis de los hijos de Franco!!!
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