Hoy es hoy

Hoy hace año tuve una experiencia difícil, para mí y para mi familia, tal vez la más difícil de todas en estos 31 años de vida. Un furgón me embistió en Italia, en Lecco, una ciudad a unos 60 km al norte de Milán, estuve un buen tiempo inconsistente (no sé bien cuánto), 2 días en cuidados intensivos, y 4 días más en observación de neurocirugía, más 20 días de dolor de cabeza intenso y continuo.

Un hematoma al interior de mi cabeza, en la corteza del cerebro, fue el causante de mayor preocupación. La inflamación del cerebro por el trauma generaba ese dolor de cabeza incesante. Mi oreja izquierda estaba llena de coágulos de sangre al interior del canal auditivo a causa de una hemorragia generada por el golpe. Estuve aturdido dos días y con dolor para morder a causa del impacto alrededor del maxilar. Adicionalmente, tuve varias heridas en mi codo, pierna, nalga, y la más fea, en la muñeca izquierda, pues la manilla de mi reloj se reventó incrustándose contra la piel y me sustrajo un pedazo pequeño de tejido.

Dios me ayudó, mi ángel de la guarda estuvo conmigo, pues finalmente no fue tan grave como hubiera podido ser si hubiera dado un paso más, o el vehículo hubiera ido 5 km/h más rápido, no lo sabré nunca, pero gracias a la vida, estoy aquí con vida escribiendo mi historia y aun trabajando por conquistar muchos sueños. Un momento difícil que me dejó miles de aprendizajes.

Dentro de mi inconsciencia corporal, recobré mi conciencia mental primero, fui consciente de que estaba ahí, que era yo, y que tenía que volver, pero mi cuerpo no me respondía, como si no estuviera en él, era como una nebulosa, todo era negro a mi alrededor, hasta que en esa oscuridad empecé a ver brillantes las caras de mi mamá, de mi papá, de Angie mi hermana, de Nico su esposo, de Franco mi sobrino, de Juanpi mi hermano, de Angela su esposa, de Carli mi hermano mellizo, todos con una mirada expectante de "¿Ajá y entonces?¿no piensas volver?", y una ultima cara de mi ex novia, que simplemente me sonrió. Todo esto sumado fue como el brillo para volver en sí, y literalmente fue como que mi alma cayera por gravedad de lo alto sobre mi cuerpo, pues desperté corporeamente consiente con un salto sobre la camilla, como rebotando de ella, temblando de un frio horrible, que no podía controlar mi cuerpo, y viendo a unas 3 enfermas como trataban de estabilizarme, quitarme la ropa para examinarme, y hablándome para comprobar que sabía quien era y donde estaba. Yo sólo vi un aviso que decía "Neuroreanimazione", respondí a la enfermera diciéndole que sí sabia que era Diego, que estaba en Italia y estaba en Lecco, pero no entendía como estaba en un Hospital, el porqué me había llevado allí una ambulancia, y mucho menos el hecho de que me había atropellado un furgón, aún hoy no recuerdo nada en lo absoluto del suceso. Sólo me interesó saber de Daniela, una amiga de Medellín que iba a mi lado ese día, me dijo que estaba bien, y luego sólo pedí avisaran a mi familia lo que había pasado, y volví como a desmayarme, no soportaba el dolor en la cabeza, sentía nauseas y todo me daba vuelta.

Ahí estaba en cuidado intensivos, tratando de poner mi mejor cara

Horas después en una habitación de cuidados intensivos, y que pude hablar dos minutos por teléfono con mi mamá y mi papá, dije la mentira más seria que le he dicho a mis papás en mi vida, era normal que estuvieran preocupados y yo les dije: "Estoy bien, estoy bien" y durante esos días siempre les dije que estaba bien (y les mandaba fotos así), igual que a mis hermanos. Realmente no estaba bien, me sentía muy mal, adolorido, impotente, estresado, desesperado, incomprendido, no entendía por qué a mi, por qué tan lejos de casa, por qué si había ido a cerrar mi ciclo en Italia tenía que haber sido así.

Ha pasado un año de aquel accidente, la vida continuó, gracias al de arriba, a mi ángel de la guarda, y a dos grandes ángeles de carne y hueso que tuve, me ayudaron, estuvieron cuidando de mí y me acompañaron en mi recuperación, con trámites, medicinas y diligencias, Daniela Castaño, la amiga con quien iba ese día, y Luis Ánimas, el amigo mexicano donde me hospedaba en Milán, ellos dos me salvaron la vida, me hicieron ver lo más honesto de la amistad y de ser un buen ser humano, a ellos les debo mucho y son de esas personas que tienen de verdad un lugar especial en mi corazón.

En esos momentos conocí la verdadera amistad, el verdadero amor de aquellos seres que consideramos queridos, de quienes han sido de verdad sinceros en sus sentimientos y estuvieron para decirme palabras de aliento, seguir mi evolución y desearme pronta recuperación, depuré ostensiblemente mi lista de amigos valiosos, y personas como Jone, Moisés, Óscar, Claudia, Carlos, Marc, Julián, Camila, Paola, Samuel, Daniela, Ana María, María Victoria, Patricia, Gloria, Macarena, primas, primos, tíos, tías, y muchas más, que ahora no preciso, se quedaron conmigo para siempre en mis afectos.

Volví un mes después del accidente, todo pasó, todo terminó, como todo pasa en la vida, pero mi nuevo sueño era poder volver y abrazar a mi familia, para con un abrazo decirles: "Gracias, los sentí conmigo, gracias por quererme, yo los amo con toda mi alma". En el aeropuerto de Montería al ver a mamá, a papá y Carlos (mi mellito), sólo logré decir "¡Aquí estoy, estoy vivo mamá!", y rompí a llorar de felicidad como nunca lo había hecho abrazando a mi mamá, a mi papá y Carli. Ahi nací nuevamente, y en el pasar de los días, los meses y el resto del año abracé a todo el resto de personas que estuvieron conmigo. En mi cumpleaños, solo en otra ciudad y lejos de casa volví a llorar, así como también en Navidad y Año Nuevo, pero siempre de felicidad y agradecimiento por estar aquí y ahora, porque esto me reseteo la vida, y me reconfiguró el alma.

Escrito 13 de marzo de 2020




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